Estados Unidos | RSF – Reporters sans frontières

Los primeros cien días de la presidencia de Joseph R. Biden trajeron mejoras significativas en materia de transparencia y de responsabilidad por parte gobierno. Desde el primer día, la Casa Blanca y las agencias gubernamentales restablecieron las sesiones informativas diarias, mientras que las instituciones, que hasta el momento habían estado amordazadas, pudieron comunicar al público estadounidense información precisa sobre la pandemia de COVID-19. En su toma de posesión, el nuevo presidente estadounidense expresó el compromiso de su mandato con la verdad y, en su primer gran discurso de política exterior, Joe Biden destacó que “una prensa libre es esencial para la buena salud de la democracia”, lo que señala el deseo de su administración de ver que Estados Unidos recupera su estatus como líder global de la defensa y promoción de la libertad expresión.

No obstante, persisten las amenazas a la libertad de prensa, desde la desaparición de las redacciones locales hasta la desconfianza generalizada y constante hacia los principales medios de comunicación. La situación, de hecho, empeoró de forma considerable durante el último año en el cargo del presidente Donald Trump, marcado las agresiones a cerca de 400 periodistas y las detenciones de otros 130, cifras sin precedentes según el U.S. Press Freedom Tracker, organización social de RSF. Durante 2020, muchos ataques y arrestos de reporteros tuvieron lugar mientras estos intentaban cubrir las protestas que brotaron por todo el país contra el racismo sistémico y la brutalidad policial hacia las personas de color.

El propio Trump vilipendio al periodismo de calidad al tacharlo de “noticias falsas” y calificó de “enemigos del pueblo” a periodistas ganadores de premios, alimentando así un comportamiento amenazante hacia los medios. Prueba de ello es la violencia y la destrucción de equipos que sufrieron los periodistas durante el asalto al edificio del Capitolio de Estados Unidos, el 6 de enero de 2021. Mientras docenas de presuntos insurrectos se enfrentan a graves penas de cárcel por delitos federales, el deterioro de la confianza en los medios de comunicación estadounidenses y las teorías de la conspiración sin verificar que continúan floreciendo en internet, requerirán un esfuerzo concertado de todos -del sector público y de las empresas privadas por igual-, para garantizar la sostenibilidad a largo plazo de la libertad de prensa en los EE. UU.