Sobre la farándula… – TVenserio

El pasado lunes en “La Cajita”, expuse algunos puntos referidos al llamado resurgimiento de la farándula motivado por el escándalo Alvarado-Aránguiz en donde manifesté mi visión sobre este género en particular, hoy reafirmo tales postulados, buscándolos profundizar estos puntos agregando algunos elementos especiales.

Primero que todo, veo este nuevo realce de la farándula muy alejado a lo provocado en décadas anteriores, sobre todo en la repercusión en los grandes medios de comunicación, salvo un titular del LUN y una entrevista a Daniela Aránguiz en TVN, más allá de esto, los matinales no hicieron mella de este asunto tomando otros temas de interés. Personalmente no me desagrada el hecho que existan elementos de farándula en televisión y creo que tal como está no merece ser objeto de reproches. Si estaremos atentos sobre una posible evolución del género que motive que los medios televisivos destinen grandes cantidades de recursos (hoy escasos) para promover escándalos y “tongos” que no engrandecen a la industria. Farándula, si, farandulización de la televisión, no.

Más allá de esta tolerancia, quiero detenerme en la cada vez mayor impudicia de los escándalos que se generan en el último tiempo. Hoy todo lo que estaba reservado para la intimidad se cuenta y aquellos que por su profesión se reservaban información sobre sus clientes hoy lo resaltan a viva voz. La calidad de los personajes de este género solo empeoran y las peleas que se generan cada vez adoptan elementos de peor gusto. ¿Aceptarán los ejecutivos de los canales grandes en tolerar este tipo de elementos en las pantallas? ¿Será posible que por unos cuantos pocos pesos la televisión nuevamente sacrifique elementos de calidad por peleas barriobajeras?

Y es que nos detendremos en la calidad del espectáculo. Creemos que es urgente una reformulación de la televisión hacia el entretenimiento tras años de estar inmiscuidos en temáticas noticiosas contingentes. El espectáculo nuevamente debe volver a ser el protagonista en las parrillas televisivas. Pero este género debe potenciar más que nada las características positivas de los participantes, resaltando el talento y el esfuerzo que pueden reflejar. No debemos perder el rumbo de que los medios de comunicación pueden promover ejemplos a seguir para la sociedad, elementos positivos que gratifiquen no solo al público sino también ayudar a cambiar el ánimo en momentos complicados. El entretenimiento no debería virar hacia elementos nocivos y que pueden a largo plazo provocar mayores aflicciones dentro del televidente. No es necesario repetir la historia que la televisión chilena eligió hace quince años atrás y la dejó en una seria crisis económica y de credibilidad.

Por último, es necesario llamar la atención a los televidentes y la sociedad en general. La responsabilidad del contenido que se emite en televisión no solo corre por parte de los directivos de los canales, sino de la responsabilidad del televidente a través de lo que consume. Si anhelamos una televisión mejor, no es cosa solo de reclamar sino de sintonizar aquello que sí pueda generar un mejor ambiente público, y que luego no nos lamentemos por espacios fracasados por el poco interés reflejado a través de la sintonía. Más que nunca, la elección de una mejor televisión para Chile está en nuestras manos. No desperdiciemos esta oportunidad en que podemos ser agentes de un cambio positivo.