Sin nuevo ciclo de izquierda en Latinoamérica – ABC.es

Emili J. Blasco

05/10/2022 a las 02:05h.

Los ciclos políticos siguen normalmente los ciclos económicos, algo que sucede de forma bastante unánime en Latinoamérica, aun teniendo en cuenta las especificidades de cada país. Está por ver en qué deviene políticamente la actual situación de sostenida inflación, pero precisamente porque estamos en un momento de indefinición de etapa económica –la vemos aún como una etapa de provisionalidad, de recuperación tras la crisis de la pandemia– en la escena política latinoamericana no hay un giro contundente ni a derecha ni a izquierda, más allá de que ciertamente están proliferando las opciones populistas, de ambos signos.

La reducida ventaja de Lula da Silva en la primera vuelta de las presidenciales brasileñas del pasado domingo (obtuvo el 48,4% de los votos, frente al 43,2% de Jair Bolsonaro, lo que obliga a una segunda vuelta) y la victoria de Bolsonaro en las legislativas que se celebraban al mismo tiempo indican que, gane quien gane el próximo 30 de octubre, la sociedad brasileña no está en un proceso de vuelco ideológico hacia ningún lado.

Aunque Lula vuelva a la presidencia no se confirmaría ningún ciclo de izquierda en Latinoamérica, tras la victoria en 2021 de Pedro Castillo en Perú y de Gabriel Boric en Chile y este año de Gustavo Petro en Colombia. El agregado de esos gobiernos no puede compararse con el «momento» ideológico –un verdadero ciclo de izquierda (populista)– que supuso la colaboración de Hugo Chávez, Evo Morales, Rafael Correa, Daniel Ortega, Lula da Silva y Néstor Kirchner y su esposa, Cristina Fernández.

Esos dirigentes lograron mayorías más amplias en sus respectivos parlamentos, monopolizaron las instituciones, coparon en muchos casos los órganos judiciales y electorales y siguieron una misma agenda internacional, impregnada de discurso «antiyanqui».

Además de que los líderes de izquierda que alcanzan hoy el poder lo hacen al frente de partidos que están en minoría parlamentaria (Petro ha logrado, no obstante, reunir luego suficiente apoyo para gobernar con cierta estabilidad), también son más diversos. Por de pronto, en la lista ya no se puede incluir a los regímenes de Venezuela y Nicaragua, que han devenido en dictaduras.

Las críticas que Boric hizo a estas en su discurso ante la Asamblea General de Naciones Unidas le distancia en forma y fondo de Petro, dispuesto al abrazo con Maduro; por su parte, Castillo ha dado muestras de poca disposición a alineamientos ideológicos regionales (amén de que puede no durar en su puesto). Les falta la argamasa que unió al bolivarianismo.

Argentina celebrará presidenciales en 2023 y cerrar este ejercicio con una inflación interanual próxima al 100% no ayuda a la esperanzas del peronismo

Argentina celebra presidenciales el próximo año, y cerrar 2022 con una inflación interanual próxima al 100% no ayuda en absoluto a las esperanzas electorales del peronismo. Pero aunque aquí ganara la oposición y la derecha también venciera en otros lugares tampoco deberíamos hablar de ciclo de derecha en Latinoamérica.

El momento del llamado Socialismo del Siglo XXI –el «superciclo» bolivariano– fue consecuencia de dos etapas económicas. Por un lado, la etapa de fuertes ajustes económicos de las décadas de 1980 y 1990 (fue la era del Consenso de Washington para resolver la crisis de la deuda acumulada por los regímenes autoritarios y dictaduras militares de las dos décadas anteriores) llevó al descontento social y a la crítica de la democracia «burguesa» que diversas naciones habían estrenado y eso propició el éxito de líderes como Chávez o Morales. 

Luego, la llamada «década de oro» debida al superciclo del precio de las materias primas (2004-2014) aportó inmensos ingresos estatales, los cuales permitieron a esos mandatarios y sus afines alcanzar y sostener un poder omnímodo.

Sin ambos periodos económicos tan marcados, que afectaron extraordinariamente y al mismo tiempo a la mayoría de los países de la región, posiblemente el fenómeno bolivariano no habría alcanzado el éxito y la extensión –temporal y geográfica– que tuvo. Cuando eso tuvo su fin, en varias naciones se quiso pasar página con gobiernos orientados a la derecha (Macri, Bolsonaro), pero ya entonces faltaron los ingredientes para hablar de ciclo de derecha. Y esos ingredientes también faltan ahora.