El futbol de Europa concentró la atención mundial con la creación, discusión, caída y casi desaparición de la Superliga en una semana frenética. La inconformidad de los aficionados fue un factor fundamental para la rectificación que comenzó el Manchester City y llevó al resto de los cinco clubes ingleses a desmarcarse del proyecto impulsado por Florentino Pérez, presidente del Real Madrid.
“El futbol es de los aficionados”, fue una de las lecturas más repetidas a lo largo de la discusión del proyecto. La avaricia de los ricos, la falta de deportivismo, el triunfo de la ambición. Lo negativo de la Superliga se repasó una y otra vez en foros y redes sociales.
Los aficionados ingleses pusieron un ejemplo sólido de la manera en que se debe defender un club. No por nada son de los más puestos cuando se trata de pelear por lo que creen justo. Los aficionados del Real Madrid, principal impulsor del proyecto, ni un asomo dieron de inconformidad. No es de extrañarse. El proyecto lleva el sello de Florentino Pérez, cargado de ambición, dinero llamando dinero, a cualquier costo, como suele ser su política dentro y fuera de la cancha.
El poder, sin embargo, de los grupos de aficionados ingleses, respaldados por personajes históricos que también salieron a cuestionar la decisión unilateral que tomaron sus dirigentes, deja un capítulo glorioso y un ejemplo singular para otras regiones, otras culturas.
Y en México, donde solemos copiar todo, prácticamente todo lo que ocurre en otras regiones, este asunto no debería pasar por alto o como un simple tema de moda que duró menos de una semana.
México es rico en tradición futbolística, por más que los aficionados se dejen influenciar fácilmente por corrientes lejanas, como las ‘barras’ sudamericanas, convertidas más en un problema que en una manera diferente de vivir este deporte.
Los directivos mexicanos también tienen la pésima costumbre de tomar decisiones basados en asuntos mercantiles, más que en generar competencias igualitarias o privilegiar la justicia deportiva.
Son incontables los casos de equipos que evitaron el descenso pagando una multa o se disfrazan con la piel de otra franquicia y vuelven a la competencia sin los méritos deportivos que lo justifiquen. Fraudes financieros, concesiones estatales, campeones por decreto, finales ganadas sin respetar los criterios básicos del desempate.
México, como el reino de lo surreal, puede hacer eso y más. No se respeta al aficionado, que muchas veces se desquita de una manera equivocada o simplista, creyendo que con mantas y una mentada de madre será suficiente para hacerse respetar.
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Manu Martín repasa el frenético nacimiento y muerte de la Superliga, que cimbró conciencias en todo el mundo.
Desaparecer la Liga de Ascenso y convertirla en una Liga de Expansión no benefició a nadie, solo a los directivos que después se sacaron de la manga una “mágica” multa que pagarán los últimos equipos de la tabla de cocientes de la Liga MX.
Monarcas Morelia, una institución que llevó varios años transformar tras su adquisición por la televisora Azteca, desapareció para dar paso a Mazatlán FC, de un plumazo y sin previo aviso.
La afición de la capital michoacana tuvo que conformarse con adoptar una franquicia nueva, pero que no es el mismo Morelia que ganó su primer título en el Invierno 2000.
Evidentemente no se puede comparar el nivel económico de la Premier League, mucho menos el de Real Madrid o cualquiera de los 12 clubes que pretendían conformar la Superliga, con el que manejan los clubes del futbol mexicano.
Pero la fuerza económica no es nada sin el aficionado, ese hincha que define Marcelo Bielsa, el que vive una relación con su club y no permitiría que ocurrieran desastres como los que pasan en México.
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El presidente de LaLigay Javier Tebas criticó la postura de Real Madrid, Barcelona y Atlético con respecto a las razones por las que crearon la Superliga.
El arraigo de los aficionados europeos con sus clubes es un gran ejemplo de la relevancia que pueden tener si el modelo directivo los incluye y les garantiza una defensa a ultranza de sus derechos. Una pasión que no se negocia, pero que en México es común dejar de lado, para priorizar las ganancias económicas.
La posibilidad de fusionar la Liga MX con la MLS sigue latente y podría lograrse en un futuro no muy lejano. Lo interesante sería conocer cuál será el rol del aficionado mexicano, tan acostumbrado a dejar que todos decidan por él, pero que ahora puede inspirarse del gran ejemplo que dieron esos rijosos ingleses, algunos italianos y pocos españoles.