Latinoamérica decrépita – La República

No sorprende el titular de esta semana ‘¿Por qué América Latina quedó por fuera de las discusiones de Davos?’. Un colega académico de Boston, Abraham Lowenthal, miembro de uno de los importantes thinktanks de estudios regionales, cuando hablaba con él hacia finales de la primera década de los 2000 sobre la pobre evolución latinoamericana desde los años 50, llegaba a esta conclusión: no hay sorpresas, en la región gustan de los subsidios más que del trabajo, nos son muy analíticos al tomar decisiones y además son más pasionales que racionales. Eso, sin referirse a los temas de crimen, violencia, ciudades inseguras y tráfico de drogas.

Mucho de este análisis por parte de un experto en Latinoamérica debería alertarnos sobre las decisiones que tomamos. En un estudio sobre la situación en la primera década de este siglo, año 2006 era su publicación, decía que Chile era una excepción latinoamericana, y que el grupo de países andinos estaba tomando decisiones que destruirían su futuro. Lo mismo anotaba sobre Argentina y Brasil en ese momento. 15 años después, es claro que no se equivocó en lo que se refería a los países andinos, ni en el deterioro de Argentina y las vicisitudes y bajo crecimiento de Brasil. Pero la sorpresa enorme es lo que ha ocurrido con Chile. ¿Por qué tomamos tan malas decisiones los latinoamericanos?

Desde la racionalidad no es explicable que en Perú se elija un presidente que en los debates mostraba niveles de incapacidad absoluta en los temas claves de gobierno como economía, instituciones democráticas y políticas de salud. Mientras que Chile hacia lo mismo unos meses después con similares alertas sobre el candidato que elegían.

Colombia está en el mismo camino: los jóvenes y los votantes dicen no a la corrupción y en las encuestas favorecen el candidato acompañado de los perores corruptos, y no importan las imágenes del candidato recibiendo dinero en bolsas ni de sus cómplices encausados por la fiscalía ni las noticias de miembros de la campaña con dólares o millones de pesos en efectivo en maletas furtivas. Dicen que un presidente debe tener conocimientos del funcionamiento de la economía, pero favorecen a quien propone medidas que destruyen la economía y el bienestar social. Dicen buscar gobernantes con experiencia y favorecen al peor alcalde de Bogotá en décadas. ¿Por qué somos tan incapaces de tomar buenas decisiones, o por lo menos coherentes? La explicación tristemente está en la irracionalidad que describía el amigo académico, preferimos a quien nos ofrezca subsidios y sea el vehículo que exprese nuestros odios, …es la decrepitud del voto como instrumento de venganza y resentimiento.

“No todos somos así y en Colombia somos el polo opuesto de Venezuela o Argentina”, le anotaba a en esos años en una visita que hizo Medellín y luego de que se reuniera con varios empresarios. Pero como vemos, los años pasan y las nuevas generaciones desafortunadamente se están plegando más a los desaciertos regionales que a los pocos ejemplos de sensatez. La esperanza es el voto racional, pero ese parece por las encuestas que solo se da acompañado de años y malas experiencias.

La razón de nuestro subdesarrollo la debemos buscar es en la forma en que tomamos las decisiones como sociedad, no en las disculpas seculares de que somos explotados y desplazados a la periferia. Esto lo debemos acompañar de unos datos que son preocupantes.