La farándula disfrazada de seriedad – El Faro de Ceuta

Cuando la muerte de un niño se convierte en un show mediático termina valiendo todo o casi todo. Aquí habla ya hasta el vecino del quinto, que dice conocer detalles que en la práctica son imposibles. Fíjense al nivel que hemos llegado que se transforma en una crónica periodística que termina siendo publicada por medios de renombre a nivel nacional lo que es falso por inviable. Aún así se publica, se cambian las versiones de los hechos de un día para otro contándose ahora una cosa y mañana la contraria… como si estuviéramos con el juego de la oca a ver si tirando y tirando al final toca.

Si estuviéramos hablando de algo insignificante hasta podría causar risa, pero es que estamos abordando uno de los sucesos más graves de los ocurridos en Ceuta, tan graves como la muerte de un niño de solo 8 años y de la forma en que se ha producido.

El secreto de sumario queda en papel mojado. Los jueces obligados a fiscalizar su cumplimiento miran hacia otro lado hasta el punto de permitir intervenciones constantes y diarias de opinadores aportando datos que pueden perjudicar seriamente la investigación. Aún así el supuesto celo judicial queda pisoteado.

Hace tiempo que el periodismo empezó a perder terreno mientras que ese espacio lo ganaba el oportunismo, la farándula disfrazada de seriedad. El día del entierro de Mohamed, lo que debería haberse cubierto con la seriedad de un acto de este tipo, terminó siendo el vivo ejemplo de ese show que hizo recordar el espectáculo que muchos de mi generación presenciamos con el tratamiento dado al crimen de las niñas de Alcàsser. Por cierto, un crimen que pudo haberse resuelto con muchas más garantías al igual que el de Marta del Castillo si hubieran prevalecido el respeto, la prudencia y el morderse la lengua antes de sacarla a pasear demasiado pronto.

Si el objetivo real de la sociedad y, por tanto, de los medios de comunicación es que se esclarezcan los hechos, en nada colaboramos radiando cada minuto, difundiendo cada posible pista o alimentando rumores que no hacen sino entorpecer lo que debería estar debidamente protegido.

Muchas de las investigaciones policiales han terminado fracasando ante un tribunal por no estar bien amarradas, por no haber sido tratadas con el milimetrado detalle que hubiera imposibilitado siquiera un resquicio para que el delincuente escape. Muchos son los que han salido de rositas, solicitando incluso después las oportunas indemnizaciones a pesar de ser culpables. Es el resultado de lo que nace mal porque la presión y el malhacer llega a unos límites que imposibilitan alcanzar el fin que supuestamente todos queremos.

El Sálvame está bien para el famoseo, no para abordar el que sin duda es uno de los sucesos más graves en nuestra ciudad.