El gobierno de Biden considera levantar algunas sanciones a Venezuela – The New York Times (Español)

La migración masiva en la frontera sur de Estados Unidos y la guerra energética contra Rusia han creado una urgencia renovada al interior del gobierno de Joe Biden para reconfigurar la relación con Venezuela, un país rico en petróleo.

Las discusiones, que según funcionarios estadounidenses giran en torno a restablecer las exportaciones petroleras de Venezuela si el país toma medidas para restaurar la democracia, podrían impulsar una gran transformación diplomática con el adversario más reacio de Washington en Sudamérica.

Desde que el presidente Biden llegó al poder, el gobierno ha mostrado cierta apertura a un acercamiento con Venezuela a cambio de una liberalización democrática, en parte porque algunos funcionarios estadounidenses creen que un enfoque puramente de línea dura no ha logrado que el gobierno de Nicolás Maduro se aleje de la autocracia.

Pero cada vez hay más presión para que el gobierno se esfuerce por lograr un acuerdo, dicen los analistas, luego de que los principales países exportadores de petróleo decidieron recortar la producción este mes y debido al aumento de la migración venezolana a Estados Unidos. Ahora, funcionarios del Departamento de Estado de EE. UU. y de la Casa Blanca están explorando ideas concretas sobre el modo y la forma de relajar las sanciones en respuesta a acciones concretas del gobierno de Maduro.

El gobierno está más cerca de permitir que Chevron, la última empresa estadounidense que produce petróleo en Venezuela, reanude las exportaciones desde el país, según un alto funcionario del gobierno de Biden y dos personas con conocimiento del asunto que no tenían autorización de dar declaraciones en público.

La medida solo se implementaría si el gobierno de Maduro llegase a un acuerdo con la oposición para atender la crisis humanitaria del país y retoma formalmente las negociaciones políticas con la oposición en Ciudad de México, dijo el alto funcionario y otra persona familiarizada con el tema.

No está claro cuándo se darían exactamente esas condiciones, pero se dice que el gobierno de Maduro está cerca de llegar a un acuerdo humanitario con la oposición. Un líder venezolano de la oposición, que pidió que su identidad se mantuviera en el anonimato para discutir las deliberaciones internas, dijo que se espera que en las próximas semanas se reanuden en México las negociaciones formales entre ambos bandos.

Los enviados de Maduro y la oposición venezolana se reunieron en Ciudad de México el año pasado para la ronda más reciente de conversaciones para resolver la parálisis política del país, pero Maduro puso fin al encuentro después de tan solo una reunión.

A medida que avanzan las deliberaciones, Estados Unidos se enfrenta a un aumento extraordinario de migrantes venezolanos que llegan a la frontera sur en oleadas.

La cantidad de venezolanos interceptados en la frontera de Estados Unidos de octubre de 2021 a agosto superó más de 150.000, un aumento significativo respecto a años anteriores.

Para hacer frente al aumento, el gobierno está considerando un programa de permisos humanitarios para algunos inmigrantes venezolanos, similar a uno ofrecido a los ucranianos.

Pero algunos funcionarios estadounidenses también dicen que el levantamiento de las sanciones a la economía de Venezuela, que ya era precaria, podría ayudar a estabilizar al país y, eventualmente, frenar el flujo de venezolanos que se van.

Debido a que Estados Unidos suspendió las relaciones diplomáticas con el gobierno de Maduro en 2019, dicen los expertos, los inmigrantes venezolanos no pueden ser devueltos fácilmente, una razón clave por la que están llegando a la frontera en oleadas.

“Es una crisis enorme ahora”, dijo Michael Penfold, un profesor radicado en Venezuela y afiliado al Wilson Center, un grupo de políticas con sede en Washington. “Están viendo esto con consternación y dándose cuenta de que tienen que traer algún tipo de solución a Venezuela”, añadió, refiriéndose al gobierno Biden.

En declaraciones a los periodistas la semana pasada en Lima, Perú, el secretario de Estado, Antony Blinken, dijo que “no hay cambio” en la política del gobierno hacia Venezuela, pero agregó: “Revisaremos nuestras políticas, incluyendo nuestras políticas de sanciones, en respuesta a las medidas constructivas del régimen de Maduro para restaurar la democracia”.

Biden heredó del gobierno de Donald Trump un veto casi total de las operaciones de Chevron, que solo permite a la empresa con sede en California llevar a cabo el mantenimiento básico de sus cuatro campos petroleros venezolanos.

Los funcionarios de Trump, encabezados por el entonces asesor de seguridad nacional, John Bolton, planearon activamente derrocar a Maduro y esperaron en vano que privar a su régimen de fondos en efectivo podía lograrlo.

Biden ha continuado con las sanciones de Trump a pesar de las denuncias al interior de Estados Unidos de que están causando dificultades humanitarias y al mismo tiempo no logran amenazar del todo a Maduro, quien cuenta con la ayuda de aliados como Irán y Rusia para construir rutas alternativas de exportación de petróleo a Asia.

Pero cualquier apariencia de una reconciliación con Maduro corre el riesgo de enfadar a algunos votantes estadounidenses, y el gobierno está debatiendo cómo interactuar con el líder autocrático sin legitimar o ayudar a perpetuar su gobierno. Un viaje en marzo para reunirse con el gobierno en Caracas —la primera visita de alto nivel del gobierno estadounidense a Venezuela en años— fue criticado por legisladores de ambos partidos.

A principios de este mes, el gobierno molestó a la diáspora venezolana al liberar a dos de los sobrinos políticos de Maduro, quienes estaban cumpliendo condenas de prisión en EE. UU. por importantes delitos de drogas, a cambio de siete estadounidenses encarcelados en Venezuela. Pero la medida llevó a algunos analistas a especular que los funcionarios de Biden están empezando a asumir más riesgos políticos para destrabar el estancamiento diplomático.

La cuestión a la que se enfrenta el gobierno estadounidense al flexibilizar el embargo petrolero venezolano es qué hacer con los ingresos que generarían Chevron y otras empresas extranjeras en el país. En condiciones normales, las ganancias inesperadas se repartirían entre las empresas privadas y PDVSA, la compañía petrolera estatal de Venezuela.

Pero el gobierno de Estados Unidos no quiere que el dinero fluya hacia los bolsillos de Maduro, por lo que los funcionarios han estado considerando formas alternativas de distribuir los ingresos del petróleo.

Una de las opciones que exploran las autoridades estadounidenses es canalizar los ingresos del petróleo hacia un fondo fiduciario destinado a las actividades humanitarias dentro del país.

La idea tiene algunos precedentes en las políticas del gobierno hacia Afganistán tras la toma del poder por los talibanes el año pasado. Tras congelar inicialmente unos 7000 millones de dólares de fondos afganos, el gobierno acabó trasladando cerca de la mitad de esas reservas a una cuenta gestionada por una fundación suiza que se destinarían a mejorar las condiciones en Afganistán sin beneficiar a los talibanes.

Otra posibilidad es permitir que PDVSA emplee los ingresos de las exportaciones de petróleo para reducir sus deudas con Chevron, dijo Francisco Monaldi, un experto petrolero venezolano de la Universidad Rice de Houston. El gobierno permitió en el verano un acuerdo similar a dos compañías petroleras europeas, Repsol y Eni.

Las operaciones de Chevron en Venezuela podrían aportar hasta 100.000 barriles diarios al mercado petrolero, lo que representa solo el uno por ciento de las importaciones diarias de petróleo de Estados Unidos. Aun así, algunos funcionarios y analistas estadounidenses afirman que podría ayudar a calmar a un mercado energético mundial volátil al indicar que podrían venir más suministros.

Los precios de la gasolina en Estados Unidos, tras meses de ir en descenso, empezaron a subir tras la decisión de los mayores productores de petróleo del mundo, encabezados por Arabia Saudita y Rusia, de reducir la producción.

No está claro si Maduro tendría muchos incentivos para aceptar un arreglo en el que su gobierno no reciba parte de las ganancias por las exportaciones petroleras. Después de aplastar a la oposición y de estructurar una modesta recuperación económica, el autócrata venezolano mantiene un firme control a pesar de las sanciones y tiene pocos motivos para cumplir con las exigencias de Estados Unidos, comentaron los analistas.

“Ha aprendido a sobrevivir”, dijo Félix Seijas, un destacado encuestador venezolano. “No va a soltar nada por algo que amenace con quitarle poder”.

Dado que Maduro tiene la mayoría de las cartas de negociación, permitir simplemente que Chevron reciba pagos sin darle rendimientos económicos directos al gobierno venezolano, tal vez no sea suficiente para alentar al líder autoritario a que acceda a concesiones, dijo Monaldi, el experto en temas petroleros.

Algunos en Washington señalan que el clima político pronto podría permitir un enfoque más suave hacia Venezuela, sobre todo después de las elecciones de medio mandato en Estados Unidos, a realizarse en noviembre. Si Florida sigue bajo un firme control republicano, como anticipan las encuestadoras, los consejeros de Biden podrían ver menos inconvenientes en molestar a la gran diáspora venezolana del estado al interactuar con el gobierno de Maduro.

La vertiginosa realidad política de América Latina también podría motivar a la Casa Blanca a ajustar su política hacia Venezuela, dicen los analistas. Durante años, los vecinos de Maduro han absorbido a millones de venezolanos, conteniendo en efecto al grueso del éxodo antes de que llegara a Estados Unidos.

Pero luego de que la pandemia afectó a las economías de la región, los inmigrantes venezolanos han tenido dificultades para encontrar trabajo en los países receptores como Colombia y Ecuador. Han estado atravesando una de las selvas más traicioneras del mundo en cifras récord, la zona entre Sudamérica y Panamá en su intento por llegar a la frontera de Estados Unidos.

La elección de líderes de izquierda en países sudamericanos ha causado llamados más francos para cambiar el enfoque de la región hacia Venezuela. Gustavo Petro, el nuevo presidente izquierdista de Colombia, normalizó relaciones diplomáticas con Maduro, en lo que constituye un alejamiento importante de la política de su antecesor.

Un alto funcionario del gobierno de Biden dijo que es probable que pronto Petro empiece a exigir que Estados Unidos retire las sanciones a Venezuela para ayudar a estabilizar al país vecino, con el que comparte intereses clave en materia de seguridad, economía y migración.

“Hay una conciencia cada vez mayor de que debe haber un cambio en la política estadounidense hacia Venezuela”, dijo Dany Bahar, un experto en migración venezolana en la Universidad de Brown en Rhode Island. “Ya no puede ignorarse que ha sido un fracaso”.

Michael Crowley, Genevieve Glatsky e Isayen Herrera colaboraron con reportería.