El futuro de las deportivas: tecnología y nuevos materiales – El Periódico

El futuro de las zapatillas deportivas lleva décadas imaginándose. En 1987 Tinker Hatfield, diseñador de Nike y creador de las Air Max 1 y las Huarache, recibió el encargo de vislumbrar cómo serían las zapatillas del futuro. Tal como cuenta en el documental de Netflix ‘Abstrac: el arte del diseño’ (2017), debía crear las botas que Marty McFly se calzaría al bajar del Delorean el 21 de octubre del 2015, en la segunda entrega de ‘Regreso al futuro (1989). “Pensé que quizá en un futuro las zapatillas serían inteligentes y podrían identificar quiénes éramos. Que al ponértelas cobrarían vida y se adaptarían a tu pie. Sería tu zapatilla, sabría quién eras”.

Así nacieron las Nike Air Mag, las botas de Michael F. Fox en la película, cuya tecnología se basaba en un aspecto futurista y un señor escondido que tiraba de los cordones para ajustarlos. Llegaron a existir, salieron a la venta en el 2011 unos 1.500 pares mediante una subasta en eBay. Se pagó 6.000 dólares por un par, y el dinero recaudado fue para la fundación del actor contra el párkinson.

Modelos autoajustables

Pero a Nike no se le quitó la idea de la cabeza y tres décadas después y tras muchos años de investigación y prototipos, lanzó las Nike Adapt BB, las “zapatillas inteligentes” que se abrochan solas. Básicamente eran una pieza de coleccionista que dio lugar al año siguiente, en el 2016, a las Hyperadapt 1.0, un modelo de 750 euros que no ha cuajado en la calle. 

Y al principio fue el caucho

No importa, la industria se mueve con el prueba, error y acierto desde sus inicios, a finales del siglo XVIII, cuando los fabricantes de caucho comenzaron a pensar cómo podían reutilizar los sobrantes de ruedas. Así nacieron las primeras zapatillas, una suela de goma y una parte superior de lona.

Eran tan rudimentarias al principio que no había diferencia entre el pie izquierdo y el derecho. La suela se despegaba a menudo, hasta que en 1839 el científico estadounidense Charles Goodyear agregó calor y azufre al látex líquido, creando el caucho vulcanizado, que aportaba a las suelas de las primeras playeras mayor durabilidad. A principios del siglo XX, con las Keds, las primeras zapatillas que se comercializan masivamente, en EEUU se populariza el término ‘sneaker’, porque gracias a la suela de goma de este calzado se podía caminar sigilosamente.

Tras comenzar este milenio probando podómetros integrados en el pie que no acabaron de triunfar, en la actualidad, el sector estudia la incorporación de nuevos materiales más ligeros o que se reparen a sí mismos, la integración de sistemas electrónicos y el uso de materiales biodegradables

Hoy se busca que el calzado sea lo menos pesado posible para facilitar el desplazamiento rápido y evitar lesiones. Amortiguación máxima, flexibilidad y minimalismo, incluso modelos creados con impresión 3D.

Protocélulas, algas y ciclo cerrado

La industria asegura que para el 2044 se utilizarán protocélulas, un material sintético con propiedades de materia orgánica con la capacidad de repararse cuando se deteriore. También se está trabajando con materiales como biofibras y algas.

Según avanzó el diseñador de calzado deportivo Jeff Staple, en Business Insider, la tendencia más destacada en el horizonte es la tecnología de ciclo cerrado y la reciclabilidad total en la producción de zapatillas.

Entretodos

Marcas como Adidas han estado a la vanguardia de la integración de estos esfuerzos, con su debut en abril de Futurecraft Loop, una zapatilla 100% reciclable fabricada con un solo tipo de material y que evita los pegamentos tóxicos. Están fabricadas completamente en plástico y eso hace que se puedan fundir y rehacer. Al contrario que las zapatillas de ‘running’ tradicionales, que están hechas de una docena de materiales diferentes que tienen que ser separados para reciclar, con las Futurecraft.Loop este proceso se simplifica al máximo y se consigue que del material de unas zapatillas haya suficiente para las siguientes. Tanto la suela, la parte superior, la entresuela esponjosa o incluso los cordones son de poliuretano termoplástico (TPU).

La Futurecraft Loop se puede devolver a Adidas, donde “se lava, se aplasta y se funde en material para componentes de un nuevo par de zapatillas, con cero desperdicios y nada se tira”, explicó la compañía en abril. El próximo reto será llegar a un público masivo, dado que hasta ahora Futurecraft solo ha estado disponible en pequeños lotes y a unos 330 euros.

Según el gurú Staple, superado ya el uso del plástico oceánico por parte de muchas marcas, lo siguiente será usar otro tipo de material marino, las algas.

Compañías como Vivobarefoot ya están vendiendo modelos hechos con Bloom, un material híbrido a base de algas. 

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