Coronavirus, la pandemia que trastocó la carrera presidencial en Estados Unidos – ámbito.com

A menos de seis meses de las elecciones, ninguno de los candidatos puede hacer campaña normalmente, y Trump se ve enfrentado una suerte de plebiscito sobre su gestión de la crisis actual por el coronavirus.

“Realmente no sabemos cómo se desarrollará esto”, dijo a la agencia AFP Christopher Arterton, profesor de ciencia política de la Universidad George Washington.

Cuatro meses antes de la pandemia, las narrativas de Trump y Biden eran claras.

El presidente se apoyaba en el buen desempeño de la economía y un desempleo históricamente bajo en Estados Unidos, proponiendo cuatro años más en el mismo sentido y poniendo el acento en su perfil de exitoso empresario.

Biden, por su lado, prometía terminar con los escándalos, la polarización y el estilo de gestión “reality show” del magnate republicano, apelando a que los electores recordaran los años de su vicepresidencia bajo el mandato de Barack Obama y apuntando a restaurar “el alma de Estados Unidos”.

El demócrata, de 77 años, lideraba las encuestas, pero muchos creían que Trump, de 73, tomaría la delantera el 3 de noviembre.

El último presidente en ejercicio en perder una reelección en Estados Unidos fue George H. W. Bush, en 1992. En general, aquellos que gobiernan en período de fuerte crecimiento económico parecen prácticamente imbatibles.

Trump recorrió el país multiplicando actos en los que dejaba satisfecha a su base tradicional, conservadora y machista, con un mensaje simple: un nacionalismo exacerbado y la relocalización en Estados Unidos de empresas que habían abandonado el país con sus empleos a cuestas.

Se preguntaba entonces sin tapujos cómo podía hacer “Joe el dormilón” (“Sleepy Joe”, el sobrenombre con el que bautizó a Biden burlonamente) para derrotarlo. Pero el coronavirus cambió todo.

“Esta elección será principalmente un referéndum sobre el presidente Trump”, dijo a la AFP Allan Lichtman, historiador de la American University, reconocido por sus predicciones precisas sobre anteriores comicios.

La crisis del coronavirus plantea a los liderazgos de Estados Unidos desafíos tan o más importantes que los ataques del 11 de septiembre de 2001 o la crisis de 2008.

Trump cree que él ya pasó el examen: “Lo calificaría con 10”, respondió una vez cuando se le preguntó cómo evaluaría su desempeño.

Pero muchos no están de acuerdo. Su estilo político confrontativo, sus escasas demostraciones de empatía y su manejo de recursos federales durante la pandemia de coronavirus le valieron fuertes críticas.

Según la última encuesta de CBS, el 57% de los estadounidenses piensa que Trump hizo un “mal trabajo”, contra el 47% en marzo.

Todo daría para pensar que Biden cuenta con una oportunidad de oro.

Sin embargo, como millones de estadounidenses, el candidato demócrata pasó los últimos dos meses encerrado en su casa.

Aunque Trump tuvo renunciar a los actos públicos que tanto aprecia, todavía sale ocasionalmente en el Air Force One y con frecuencia domina las transmisiones de noticias nocturnas desde la Casa Blanca.

Biden, por el contrario, no fue más allá del jardín de su casa en Delaware, y debe limitarse a las plataformas digitales para comunicarse con sus simpatizantes y lograr conquistar el voto no partidario.

De todas maneras, estar en el centro de atención no asegura la supremacía, señalan los observadores. El uso que hace Trump de los medios como presidente enfurece a la mitad de Estados Unidos.

“Expuso todos sus defectos, que fueron evidentes a lo largo de su presidencia, pero que ahora afectan la vida de los estadounidenses en lo inmediato”, dijo el vocero de Biden, Michael Gwin.

“Hay un viejo dicho”, recordó Lichtman: “‘Nunca interrumpas a un oponente cuando está cometiendo un error'”.

La mayoría de los días, Biden critica al presidente en Twitter, como lo hizo el jueves, cuando sostuvo que Trump “le falló al pueblo estadounidense en todos los frentes”.

Si bien las últimas encuestas muestran que Biden está por delante a nivel nacional en las preferencias de los electores, en Estados Unidos las elecciones presidenciales se deciden por colegio electoral -y no por voto popular- lo que significa que el resultado probablemente se jugará en un puñado de estados bisagra, como Florida y Wisconsin.

Trump podría retener la presidencia incluso con menos votos que Biden en todo el país, como sucedió en 2016 cuando derrotó a la candidata demócrata Hillary Clinton.

¿Comenzará la recuperación económica en el tercer trimestre, como predice Trump, permitiéndole vender un poderoso mensaje de renovación? ¿Habrá un hecho dramático en política exterior, tal vez un enfrentamiento sobre el arsenal nuclear de Corea del Norte o un conflicto con Irán? La tensión con China, ¿desencadenará una nueva guerra comercial devastadora?

Pero la carta más importante, casi seguramente, será el propio Trump: ¿Hasta dónde llegará en sus ataques el presidente de Estados Unidos?

El año pasado, fue acusado, aunque no condenado, en el Congreso por abusar de su poder para tratar de provocar un escándalo en torno a Biden en Ucrania. Ahora está impulsando una nueva teoría de la conspiración, alegando la existencia de un complot para derrocarlo en el que estaría involucrado el demócrata.

En este clima, seis meses serán una eternidad para la política en Estados Unidos. En última instancia, todo depende de la respuesta a una simple pregunta, según Arterton: ¿cuántos son los que odian y cuántos los que aman a este presidente ultrapolarizante?