Arabia Saudita y Estados Unidos a la deriva frente a las rocas – El Tiempo Latino

El príncipe heredero, Mohammed bin Salman, no es amigo de los Estados Unidos de Biden.

A Joe Biden no le quedó más opción que tragarse su orgullo cuando visitó Arabia Saudita en julio para chocar el puño con Mohammed bin Salman. Aunque se expuso a que lo señalaran como hipócrita tras haber calificado al reino de paria, el bochorno de Biden habría valido la pena si hubiera socavado la Rusia de Vladimir Putin. No se ha visto ningún resultado de este tipo. El autocrático príncipe heredero de Arabia Saudita parece haberse acercado a Putin desde entonces. La cuestión es si hay algo que Biden pueda hacer para disuadir a Arabia Saudita de ser una constante piedra en el zapato para Estados Unidos.

La respuesta implícita de Arabia Saudita es que sí, siempre y cuando se sustituya a Biden con otro presidente, preferiblemente Donald Trump. La solidez de la intimidad de los vínculos que el príncipe heredero saudita tiene con la familia de Trump es la misma que la de la evidencia del desprecio que siente por el gobierno de Biden. De este modo, Arabia Saudita pasa a formar parte del selecto grupo de países que apoyan a uno de los partidos de Estados Unidos en detrimento del otro. Esto incluye a la Rusia de Putin, a la Hungría de Viktor Orbán y a Israel cuando Benjamin Netanyahu es su primer ministro. En el nuevo desorden mundial, la apertura de Estados Unidos puede ser a menudo su talón de Aquiles.

Hay tres razones para pensar que la Arabia Saudita del príncipe Mohamed supondrá un problema creciente para los Estados Unidos de Biden. La primera es la financiera. El reto más urgente de Biden es conseguir que la reciente caída del precio del petróleo no tenga marcha atrás. Esa caída, que frenó las ganancias en dólares de Putin y que mejoró las posibilidades de los Demócratas en las próximas elecciones de mitad de mandato, tuvo poco que ver con Arabia Saudita. La desaceleración económica de China fue el principal motivo. Tras la visita de Biden, el príncipe Mohammed aceptó aumentar la producción diaria saudí en 236.000 barriles. Pero él y Putin acordaron a principios de este mes reducir un tercio de la cuota de “Opec plus”. Es probable que haya más recortes. Los saudíes prefieren que el petróleo supera los $100 por barril. El motivo del príncipe Mohammed puede ser más monetario que geopolítico. Pero el daño colateral a Biden es algo bienvenido.

La segunda es la hostilidad del príncipe heredero hacia los sermones de los liberales occidentales. El contraste retórico de Biden con Trump es como la noche y el día. Biden divide el mundo en autocracias y democracias. Trump, cuyo primer viaje presidencial al extranjero fue a Arabia Saudita, tiene predilección por los hombres fuertes. El príncipe Mohammed se está convirtiendo rápidamente en autócrata entre los autócratas. Por eso, es casi seguro que no asistió al funeral de la Reina Isabel el lunes. Esquivar a los manifestantes habría sido incómodo. El hecho de que en Arabia Saudita hayan encarcelado recientemente a dos mujeres activistas por publicar opiniones discrepantes en las redes sociales demuestra lo poco que le importan al príncipe Mohamed las preocupaciones de Biden. Ambas sentencias (45 y 34 años) fueron extremas incluso para los estándares de los hombres fuertes y podrían haberse evitado fácilmente. Parece ser que el príncipe heredero quiere enfatizar que los valores de Biden no tienen cabida en su reino.

La última razón es que el príncipe Mohammed prefiere visceralmente la política exterior estadounidense de Donald Trump en vez de la de Biden. Los lazos que el príncipe heredero tiene con Jared Kushner, el yerno de Trump, son mucho más profundos que una simple amistad de WhatsApp. El año pasado, el fondo soberano de Arabia Saudita invirtió $2.000 millones en la empresa de capital privado de Kushner, a pesar de que la única experiencia previa de éste era el negocio inmobiliario de su familia.

Un panel de evaluación saudí declaró que las operaciones de Kushner eran “insatisfactorias en todos los aspectos”. Pero el Príncipe Mohammed anuló esa declaración. Probablemente esto es lo que salvó la empresa de Kushner. El fondo saudí representa la mayor parte de su capital. El Congreso está investigando el acuerdo. Kushner defendió con firmeza al príncipe Mohamed después de que las agencias de inteligencia estadounidenses expresaran su “alta confianza” en que el príncipe heredero ordenó la operación que condujo al espantoso asesinato en 2018 de Jamal Khashoggi, periodista y disidente saudí. Para el príncipe Mohammed, $2.000 millones es un pequeño riesgo a cambio de un enorme rendimiento potencial si Trump y su familia recuperan la Casa Blanca.

La frustración de Biden es que no hay mucho que pueda hacer para alterar el cálculo del príncipe Mohamed. Las renovadas ambiciones de Occidente en materia de energía limpia amenazan los resultados financieros de Arabia Saudita, así como los de Rusia. La mayoría de las previsiones señalan que los combustibles fósiles entrarán en un declive secular en los próximos diez años. No debería sorprender que los saudíes y otros exportadores quieran exprimir todo lo que puedan mientras dure. No les faltan clientes, con China a la cabeza. Cuando el presidente, Xi Jinping, realice su esperada visita de estado a Arabia Saudita a finales de este año, sin duda intercambiará cálidos apretones de manos en la alfombra roja.

Los dolores de cabeza que el joven autócrata despiadado del Golfo crea para los Estados Unidos de Biden son específicos para él y genéricos. El príncipe Mohamed se distingue por ser uno de los absolutistas más decididos del mundo. A su vez, es la cara de zonas del mundo que antes eran dóciles y que ya no pretenden agrado hacia las reglas de Estados Unidos.

Edward Luce

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