Para Vito, un mexicano de 30 años, en la ciudad de Nueva York no existe una situación de caos, lo que ejemplifica con el hecho de que en los supermercados se puede encontrar cualquier producto, con excepción de algunos muy solicitados como las toallas desinfectantes. Sin embargo, cuenta que en las calles sí se percibe “un ambiente triste” y que es posible observar constantes recordatorios de la emergencia por la que atraviesa el mundo.
Uno de esos símbolos —detalla— lo representa la punta del Empire State, en la que cada noche se encienden luces rojas y blancas, como las de una ambulancia, a manera de agradecimiento y homenaje a los trabajadores del sector salud dedicados a combatir la pandemia.
Frente a ese panorama, y mientras es incierto cuándo la humanidad podrá cantar victoria sobre el COVID-19, Vito afirma que no le inquieta tanto lo que pueda suceder en Nueva York, sino cómo actuarán las autoridades y la gente México ante el coronavirus.
“A mí realmente me preocupa a veces más… Me hablan mis papás de México y me preocupa más lo que ellos puedan estar viviendo a la larga que lo que yo estoy viviendo en el presente. ¿Por qué? Porque se toma muy a la ligera”, advierte.
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