‘Vivir aquí me permite ahorrar’: muchos estadounidenses optan por vivir en México – The New York Times (Español)

Galvez conoce bien estas cifras. En San Diego, rentaba con su esposa una casita campestre en el barrio North Park por 2300 dólares mensuales. Ahora, pagan 1450 dólares al mes por una casa de 140 metros cuadrados en una comunidad con vigilancia ubicada a 10 minutos en auto del cruce fronterizo de San Ysidro. Esa cercanía es importante porque Galvez, corredor de seguros comerciales en una empresa estadounidense, cruza la frontera cinco días a la semana para ir a su oficina en San Diego.

La vida en Tijuana, comentó Galvez, es más tensa para él y su familia. Hay más ruido y el aire no es tan limpio. A pesar de los publicitados problemas de Tijuana con los cárteles de la droga, dijo que no le preocupa la delincuencia, pues la violencia es significativamente mayor entre las personas involucradas en el tráfico de drogas y se concentra en barrios específicos. Muchos residentes comparten la percepción de que las estadísticas delictivas no reflejan la realidad por completo, e incluso algunos estudios han demostrado que, a pesar del alto porcentaje de asesinatos en Tijuana, la mayoría de los delitos se concentran en tres de las zonas más hostiles de la ciudad.

Galvez dijo que extraña las áreas verdes de San Diego y está harto de los baches que hay en todas las calles de Tijuana. Pero tiene puesta la mira en su meta a largo plazo.

“Vivir aquí me permite ahorrar para construir un legado”, dijo.

Para Jodi Cilley, vivir en Tijuana ha sido un bálsamo para sus nervios.

Cilley, de 44 años, es maestra en el San Diego City College y es presidenta de Film Consortium San Diego. Cuando se mudó de San Diego a Tijuana en 2018, regresó a una ciudad que conocía bien; ya había vivido ahí, de 2004 a 2010. Explicó que el ahorro en costos, no solo en el pago mensual de la renta, sino también de los servicios públicos, así como en las consultas médicas e incluso las salidas a cenar, le permite trabajar en un campo que le apasiona en vez de tener que dedicarse a otra profesión que ofrezca un salario más alto.

“Es mucho menos estresante porque ahora sé que puedo pagar la renta cada mes y todavía me sobra dinero”, comentó. “Puedo comer donde quiera, e ir a los restaurantes y bares más lujosos de la ciudad. Además, puedo conservar un trabajo que me encanta en lugar de buscar otro en el que me paguen más solo para poder sobrevivir”.