México se encomienda al petróleo y compra su soberanía energética – La Vanguardia

Las banderas son de Texas, y los murales hiperrealistas que adornan los depósitos petroleros representan la victoria del ejército texano del general Sam Houston sobre las fuerzas mexicanas, en la batalla de San Jacinto, en 1836.

Pero la enorme refinería de Deer Park, en las afueras de Houston, es ya un símbolo de la apuesta de Andrés Manuel López Obrador por recuperar la soberanía energética mexicana. La petrolera estatal Petróleos de México (Pemex) anunció en mayo la adquisición, por 590 millones de dólares, del 51% de las acciones de la refinería que en estos momentos pertenece a la Shell Oil Company. Hace tres décadas que la refinería viene procesando el pesado crudo mexicano, y si el plan recibe la luz verde de la Administración Biden, Pemex se hará con el control total.

La venta de Deer Park –una de las refinerías más grandes del mundo– forma parte de la desinversión de Shell para la transición a la energía de cero emisiones. Pero para López Obrador –a quien se conoce por sus siglas, AMLO– ha resultado una excelente oportunidad para dar otro paso en su plan de nacionalismo de recursos.

Compra

Shell había puesto a la venta la refinería por una política de desinversión ante el auge de las renovables

Durante las décadas anteriores –la era neoliberal, según el calificativo de López Obrador– el crudo mexicano extraído en unos 450 campos offshore en el golfo de México había sido exportado a Texas y luego reimportado como gasolina. La compra de Deer Park “será un paso significativo hacia el cumplimiento de la autosuficiencia en la producción de combustibles”, dijo Octavio Romero, el consejero delegado de Pemex, nombrado por AMLO tras su toma de posesión, a finales del 2018.

López Obrador recupera así el espíritu de uno de sus héroes, el presidente desarrollista Lázaro Cárdenas, que creó Pemex en 1938 tras nacionalizar la entonces lucrativa industria petrolera mexicana y expropiar a empresas como la Standard Oil y El Águila, filial de la mismísima Shell. Cárdenas creó la importante industria petroquímica estatal en Veracruz, que ha sido desmantelada y abandonada en las ultimas décadas, un declive que López Obrador, al menos según su programa electoral, pretende remontar.

FILE PHOTO: Tanker trucks are pictured at Mexican state oil firm Pemex's Cadereyta refinery in Cadereyta, on the outskirts of Monterrey, Mexico, December 10, 2020. REUTERS/Daniel Becerril/File Photo

La petrolera mexicana tiene más de ocho décadas

Daniel Becerril / Reuters

El asalto de López Obrador a Deer Park es tan osado a su manera como el de Cárdenas. A fin de cuentas, este es el inicio de la era de las energías renovables y Pemex, con una deuda superior a los 100.000 millones de euros, ha rozado la insolvencia en repetidas ocasiones en los últimos años de menguante producción y bajos precios del crudo.

Históricamente, la compañía había sido una fuente inagotable de ingresos para un despilfarrador y corrupto Estado mexicano. En los tiempos de hegemonía del PRI, que gobernó durante 70 años, el petróleo proporcionaba hasta el 40% de los ingresos del fisco.

Pero en estos momentos, la relación se ha invertido. En el 2019, el Estado tuvo que desembolsar unos 10.000 millones de dólares para ayudar a Pemex a pagar los intereses sobre su deuda. “El Gobierno tendrá que ayudar. ¿Pero de dónde saldrá el dinero?”, preguntó en una entrevista Nymia Almeida, analista de la agencia Moody’s, en Ciudad de México.

Evolución de la producción de Pemex

Evolución de la producción de Pemex

Con su deuda ya rebajada a la categoría de basura, Pemex podría arrastrar la deuda del Estado mexicano también hacia una crisis. Pero el Estado sigue dependiendo de los royaltis que cobra a Pemex. “Es una relación simbiótica”, señala Almeida.

AMLO huye hacia adelante. Pemex no solo se ha hecho con la refinería texana, sino también pretende construir una nueva refinería con la misma capacidad de producción (340.00 barriles al día) en el puerto de Dos Bocas, en el estado de Tabasco, cuyo coste como mínimo será de 8.000 millones de dólares. De esta manera, el Gobierno pretende que México se abastezca de su propia gasolina, controle los precios y evite aquellos gasolinazos del 2016 y el 2018, cuando el precio se disparó un 20% en un día, provocando una ola de indignación que allanó el camino para la victoria de AMLO.

Pasivos

Considerada deuda basura, Pemex podría arrastrar la deuda del Estado mexicano hacia una crisis

López Obrador pretende parar la exportación del crudo y utilizar toda la producción para el consumo nacional. Ha suspendido también gran parte de la reforma energética del presidente anterior, Enrique Peña Nieto, que fue aplaudido en los mercados y entre los productores, eternamente frustrados por la Constitución revolucionaria mexicana de 1917, que define el petróleo como el “dominio de la nación”. El programa de las concesiones de campos petroleros en el golfo a las multinacionales se ha paralizado, aunque las concesiones existentes se respetan. El desmantelamiento del monopolio y privatización encubierta de Pemex no avanzará más. Se ha paralizado también la liberalización de las redes de gasolineras, que llevan, casi exclusivamente, el logo de Pemex.

Los analistas tachan la estrategia de descabellada. No hay apenas margen de beneficios en el negocio de refinería, sostiene Almeida. La construcción de Dos Bocas “no bajará los costes de la gasolina, sino que los subirá; es ideológica y contraintuitiva desde un punto de vista económico”. “La lectura de esto desde Houston es que la compra de Deer Park no tiene ninguna racionalidad desde un punto de vista empresarial, solo político”, dijo George Baker, analista del sector.

FILE PHOTO: A logo of the Mexican state oil firm Pemex is pictured during a visit of Mexico's president, Andres Manuel Lopez Obrador, at Cadereyta refinery, in Cadereyta, on the outskirts of Monterrey, Mexico August 27, 2020. REUTERS/Daniel Becerril/File Photo

Detalle de las instalaciones de Pemex en Cadereyta

Daniel Becerril / Reuters

Estas críticas se han intensificado ahora que la soberanía energética se adopta también en el mercado de la electricidad. AMLO está rediseñando el marco legal para restar lo que considera el trato favorable a las empresas privadas –muchas de ellas multinacionales europeas– y dar prioridad a la generadora pública, la Comisión Federal de Electricidad. Esto, sostienen los críticos, lastrará el desarrollo de las energías renovables.

Pero las acusaciones de populismo lanzadas contra López Obrador tienen pocos matices. A diferencia de gobiernos anteriores, López Obrador, defensor acérrimo de la austeridad fiscal, ha reducido las transferencias desde Pemex al Estado. En el 2019 se logró un aumento de inversiones, de producción y de las reservas comprobadas, estas últimas un importante aval para respaldar la deuda. AMLO además no es proteccionista; ha firmado un nuevo tratado comercial con Estados Unidos, el llamado T-MEC, que está dando resultados en estos momentos. Ya se espera un crecimiento del 6,5% del PIB mexicano este año tirado de exportaciones de automóviles, hortalizas y, por supuesto, petróleo conforme la recuperación estadounidense cobra fuerza.

Objetivos

El Gobierno pretende evitar ‘gasolinazos’ como el del 2018, con subidas de hasta un 20% en un día

Es más, los elogios a la reforma energética de Peña Nieto ignoran la galopante corrupción que facilitó. Emilio Lozoya, consejero delegado de Pemex entre el 2012 y el 2016, se encuentra bajo investigación por cobrar –entre otros delitos– sobornos de la constructora brasileña Odebrecht a cambio de contratos jugosos en la privatización de la infraestructura petroquímica. “Muchos de los problemas financieros tienen que ver con esos elementos corruptos en Pemex”, dijo Ana Lilia Pérez en una presentación de su nuevo libro Pemex RIP , una crítica demoledora a los intentos de privatizar Pemex.

López Obrador “siempre ha dejado muy claro que las áreas de energía y alimentación son estratégicas y por tanto que el Estado debe tener un papel determinante”, dice José Luis de la Cruz, director del Instituto de Desarrollo Industrial en Ciudad de México. “Es perfectamente razonable diseñar un sector energético que no esté regido por los beneficios, sino para crear industrias auxiliares como la petroquímica o suministrar energía competitiva a otros sectores de la economía nacional”.

Pese a ello, el nuevo desarrollismo de AMLO se enfrenta a un dilema, explica Adrian Duhalt, especialista en energía mexicana de la Universidad de Rice, en Houston: “Los recursos del Estado están limitados”, dice. Por tanto, si a la vez que conquista la refinación petrolera en Texas López Obrador quiere resucitar la industria petroquímica solo le quedará una opción: ir en busca de capital privado.