La inmigración aún no inquieta en España – La Vanguardia

Algunas formaciones de extrema derecha se frotan las manos electoralmente tras la caída de Kabul en manos de los talibanes. Una nueva oleada de refugiados podría reportarles muchos votos. En España, por ejemplo, Vox ha hecho bandera de esta temática, hasta el punto de pedir que los colaboradores afganos del contingente militar español fuesen derivados a otros países islámicos. Ahora bien, y a diferencia de otros países, la sociedad española no parece especialmente inquieta ante la inmigración. Eso no significa que no pueda volver a estarlo, como lo estuvo en el pasado, mucho antes del nacimiento de una ultraderecha xenófoba autóctona.

Los datos actuales reflejan una percepción social bastante relajada del problema. Es cierto que uno de cada cinco españoles (el 19,9% o casi siete millones de ciudadanos) considera que el número de extranjeros en España es “excesivo”, según los sondeos del CIS. Pero en el 2004 ese porcentaje llegó a superar el 53%. Y, además, la inmigración solo inquieta hoy a un 4,7% de los consultados.

La irrupción de un alud de refugiados tras la caída de Afganistán podría despertar los recelos latentes y reactivar el voto ultra

Sin embargo, faltan datos actualizados para medir el desasosiego subterráneo que genera la llegada de extranjeros. En el 2017 (último estudio del CIS sobre las actitudes hacia la inmigración), convivía una tasa de preocupación muy baja (menos del 6%) con una serie de percepciones negativas muy extendidas. Por ejemplo: más de la mitad de los españoles pensaba que los inmigrantes abusaban de la sanidad gratuita o recibían más de lo que aportaban.

Y un estudio reciente del Ayuntamiento de Barcelona realizado sobre residentes en la ciudad de entre 15 y 34 años revela que el 46% de los consultados creen que en la capital catalana viven demasiadas personas de otros países. Sin embargo, esta percepción podría responder más bien al impacto negativo (sobre los alquileres o sobre el coste de la vida) que tiene la llegada de extranjeros con poder adquisitivo. Ahora bien, una llegada masiva de inmigrantes en un periodo relativamente corto de tiempo, como la que se produjo a comienzos del milenio, podría sacar a la luz los recelos latentes que suscita la inmigración.

En el 2018, la inquietud se triplicó pese a que la cifra de extranjeros suponía un millón menos que en el 2012

Hace dos décadas, la llegada de casi dos millones de inmigrantes en poco más de tres años (entre 1999 y el 2003), y de otro millón y medio hasta el 2006, llevó la inquietud por la inmigración hasta casi un 35% de los españoles durante aquel último año. La caída en la llegada de extranjeros a partir del 2012 (con un saldo negativo de más de un millón de personas en cinco años) coincidió con un notable declive en las tasas de preocupación, hasta descender por debajo del 4% en el 2016.

Sin embargo, en el año 2018 la inquietud ante la inmigración se triplicó (y pasó del 5,7 al 15,6%) a pesar de que la cifra de extranjeros apenas creció y seguía habiendo un millón de inmigrantes menos que seis años atrás. Pero en ese cambio intervino el factor partidista: la oposición de centro y derecha desalojada del Gobierno en junio del 2018 por una moción de censura inició una campaña tremendista que alertaba de la llegada masiva de extranjeros como resultado del efecto llamada que, a su juicio, suponían las políticas del Gobierno de Pedro Sanchez y sus aliados.

La preocupación en Catalunya ha llegado a superar la española: en el 2006 un 40%  señaló la inmigración como primer problema

Esa estrategia no solo elevó la preocupación por la llegada de extranjeros hasta el 16% de los ciudadanos durante dos años consecutivos, sino que propició la irrupción de una formación a la derecha del PP, Vox, que hizo de la beligerancia contra la inmigración una potente bandera partidista. Y la prueba de su eficacia electoral son los 52 escaños y los más de tres millones y medio de votos cosechados en las elecciones generales del 2019.

En consecuencia, la eventual intensificación de la llegada de inmigrantes y refugiados a raíz de la caída de Afganistán en manos de los talibanes -o como consecuencia de la crisis climática- podría reactivar los recelos que se han registrado en coyunturas menos críticas y situar la inmigración como uno de los principales problemas de los españoles. Sobre todo con el previsible reflujo de la pandemia como principal factor de inquietud. Quizás esa última circunstancia explique que en el 2021 el porcentaje de ciudadanos que juzga excesivo el número de extranjeros suponga la cifra más baja desde 1996 y que la tasa de preocupación no llegue al 5%.

Ahora bien, incluso Catalunya, poco antes del estallido de la pandemia, en el 2019, registró un repunte de la preocupación por este tema, que alcanzó a uno de cada diez consultados por el CEO. Y hace 15 años, la tasa de inquietud catalana superó a la española y llegó al 40% de los ciudadanos encuestados. Un buen ejemplo de la volatilidad que refleja el desafío migratorio.