¿Hasta cuándo crecerá la pobreza en Latinoamérica? – ámbito.com

La economía mundial experimentará este año su mayor caída desde la Segunda Guerra Mundial y el producto interno bruto (PIB) per cápita disminuirá en el 90 por ciento de los países, en un proceso global con antecedentes recién 80 años atrás. El levantamiento gradual de las restricciones sanitarias y la puesta en marcha de políticas expansivas han permitido una lenta e incierta recuperación en estos ultimos meses, primero en China y posteriormente en los Estados Unidos, y en la zona del euro. La pandemia ha conducido al colapso del comercio mundial de mercancías, la interrupción de la producción en países integrados a cadenas de valor mundiales fue determinante en el deterioro del comercio de bienes intermedios, a lo que se sumó la menor demanda de bienes de consumo e inversión a nivel generalizado, como producto del confinamiento y la crisis económica.

La CEPAL proyecta, para el conjunto de América Latina, una caída promedio del PIB del 9,1 por ciento en 2020, estimando que la caída en nuestro país será mayor, ya que estima una reducción del 10,5 por ciento de nuestro PBI. Otra década perdida en la región, la anterior ocurrió en los ochenta del siglo pasado. La caída de la actividad económica de este año significará que, a fines de este año 2020, el nivel del PIB per cápita de América Latina y el Caribe sea similar al observado hace una década. Por esta razón, el total de personas en situación de pobreza pasaría de 185,5 millones en 2019 a 230,9 millones en 2020, cifra que representa el 37,3% de la población de América Latina.

El año pasado la pobreza abarcaba al 30,2 por ciento de la población de América Latina, esto nos dice que este año esta pobreza aumentará 7,1 puntos porcentuales. Pero la estimación que nos debe llamar la atención es que CEPAL considera que el mayor aumento de la pobreza de este año en América del Sur le corresponderá a nuestro país que tendrá un incremento de 10,8 puntos (al pasar de 27,7 por ciento el año pasado a 37,5 este año). Comparemos esta magnitud del incremento de la pobreza este año con en el resto de los países de América del Sud: Bolivia 3,8, Brasil 7,7, Chile 5,7, Colombia 5,1, Ecuador 7,0, Paraguay 1,5, Perú 9,3 y Uruguay 2,4.

Estas cifras son preocupantes, ya que según CEPAL, nuestra pobreza abarcará este año al 37,5 por ciento de la población, una magnitud mayor que las de, a título de ejemplo, países vecinos como Chile 15,5, Bolivia 36,1, Brasil 26,9, Paraguay 20,9 y Uruguay 5,3. Nuestra pobreza sería mayor también a la de Colombia 34,1, Ecuador 32,7 y Perú 25,8. El único país de América del Sud que tiene este año más pobreza que nosotros es Venezuela.

En realidad el aumento de nuestra pobreza no es solamente un hecho de este año, ya que, según también las cifras de CEPAL el único país (salvo Venezuela) que aumentó su pobreza entre los años 2007 y 2019 fuimos nosotros, con una pobreza del 21 por ciento en el año 2007 y otra de 26,7 por ciento el año pasado, es decir 5,7 puntos mas. A simple título de ejemplo, en ese periodo la pobreza cayó 21,7 puntos en Bolivia, 17,8 en Colombia, 41,1 en Paraguay y 15,2 en Uruguay. Desde la década del ochenta hemos vivido en Argentina repetidos años recesivos, ya que hace cuatro décadas que dejamos de avanzar de una manera sostenida por el sendero del crecimiento económico, basamento esencial de la integración social de la población. En 1980 nuestra participación en el PBI mundial era el doble que la actual, no abundan en este siglo globalizado naciones que hayan tenido tan grave retroceso.

Transitamos desde hace años un largo proceso de estancamiento productivo, con alta inflación y déficit fiscal, aumento del desempleo y la pobreza, penurias que han sido frecuentes en las últimas décadas. Nuestro retroceso se manifiesta en la evolución del PBI por habitante, en el pasado teníamos el nivel de vida más alto en la región, pero la situación es hoy distinta.

Nuestros altos índices de pobreza reflejan en este año 2020 el grave hecho que en las nuevas generaciones son cada vez más quienes son laboral y socialmente excluidos. Nuestra acumulación de capital humano es insuficiente para sostener un crecimiento económico no solo prolongado sino también equitativo, en un mundo crecientemente competitivo.

Ya han sido muchos años de retroceso productivo, fuga de capitales, creciente pobreza e indigencia y desaliento al ahorro en nuestra propia moneda, por esta razón ya nos queda poco tiempo para definir un nuevo sendero que sea responsable y que, además tenga la honestidad y la lucidez requerida para comenzar una nueva era de crecimiento.

Dejemos pronto de ser los líderes de la pobreza en la América del Sur.