El caso de Sasha Sokol, su valiente declaración sobre las palabras de su expareja y exproductor Luis de Llano Macedo y el eco que ha causado en todo México siguen siendo la nota más explosiva de la farándula mexicana en años. No será un escándalo del tamaño del de Harvey Weinstein (pero pocos se comparan con eso) pero sí que es importante y sustancial, porque ha destapado una cloaca muy profunda y son cada vez más las voces que se suman a la de la cantante y actriz, para denunciar y exhibir la cultura del abuso prevalente por antonomasia en el mundo del entretenimiento mexicano.
Por décadas, en los medios masivos de comunicación se normalizó que las figuras poderosas exigieran cierto tipo de favores a cambio de oportunidades de trabajo o fama en la farándula, y no solamente del género femenino. Secretos a voces, leyendas urbanas, el “por sabido se calla”; amenazas, encubrimientos, todo se hablaba a media voz y desde las sombras: el conglomerado de espectáculos y comunicaciones más grande de América Latina, Televisa, estaba en el centro de estos señalamientos (son memorables casos como los de Sergio Andrade y Gloria Trevi y Aline Hernández , así como el famoso rumor del presunto catálogo de Televisa, cuya existencia De Llano desmintió con Yordi Rosado (pero como está la situación es poco probable que De Llano sea una fuente confiable).
Ahora bien, no son acusaciones hacia Televisa exclusivamente. También se extendían a otras áreas como la producción cinematográfica, la musical, la moda, e incluso, hasta la esfera política —cosa que no es de sorprender.
Fue a raíz del surgimiento internacional del movimiento #MeToo, consecuencia directa del escándalo de Harvey Weinstein hace casi 5 años, que comenzaron, muy poco a poco, a romperse las barreras del tema del hostigamiento, estupro, violación, pedofilia y chantaje sexual que siempre habían sido tabú.
Un ejemplo notable de las voces que se han sumado a la de Sasha es la de Mauricio Martínez, actor de teatro musical, cantante, participante de Operación Triunfo y activista en Twitter, quien denunció por acoso a Antonio Berumen, el manager que persuadió a Fey de mentir sobre su edad y manejó con mucho éxito a boy bands famosas de los 80 y 90 como Magneto y Mercurio.
Fui a la oficina de Antonio Berumen en el 2002. Yo iba llegando a la ciudad de México después de haber estudiado en Nueva York y estaba en busca de un representante para poder firmar un contrato discográfico. Sabía que él era influyente en esa época. Por eso acepté ir a la cita.
— Mauricio Martínez (@martinezmau) March 10, 2022
Según lo declarado por Martínez en Twitter, acudió a la oficina de Antonio Berumen en el 2002 el mismo año que participó en Operación Triunfo, después de haber estudiado en Nueva York (donde ahora reside) y estaba en busca de un representante para poder firmar un contrato discográfico. Sabía que Berumen era influyente en esa época y accedió a entrevistarse con él.
“Dato importante: su oficina estaba en su casa, por eso había regadera en el baño. Después de entrevistarme, me pidió que le cantara una canción. Yo tenía muchas ganas de orinar y fui al baño …y ahí fue cuando me di cuenta de que había una cámara que apuntaba a la regadera.
Salí bastante nervioso y canté. Me dijo ‘estás muy tenso; ¿por que no te das un baño?’. Se me revolvió el estómago. En eso quiso masajearme el cuello y en un abrir y cerrar de ojos, su mano ya estaba en donde no tenía que estar. Lo empujé, le menté la madre y salí corriendo”.
Sin embargo, y pese haber recibido ataques por parte de numerosos detractores, incluyendo a la temible Pati Chapoy y su equipo de ‘Ventaneando’, Mauricio puntualizó que no se trata de él, sino de Sasha y de muchas otras personas que no pudieron defenderse en las situaciones extremas en las que se encontraban y que son ellos quienes más apoyo necesitan para encontrar su voz y denunciar a sus violadores o acosadores.
Aunque el delito de estupro prescribe según el código penal vigente, a los tres años de cometerse el ilícito, la Fiscalía General de la República se puso a disposición de Sokol para que ratificase su denuncia (la actriz no ha vuelto a hacer comentarios al respecto, habiendo señalado que ella daba el tema por zanjado de una vez por todas).
Tal fue el caso de la inefable Laura Zapata, que nunca pierde la oportunidad de opinar y/o quejarse de todo. Esta vez, su desagradable e insensible comentario al respecto de Sasha: “hay carreras de talento y carreras de colchón” (como dijo a las cámaras de TV Azteca) la pintó de cuerpo entero como otras de las cosas que están mal con el espectáculo en México, la doble moral, la maledicencia y el afán de destacar a costa de la desgracia de otros. La falta de empatía de la Zapata (que no debería de opinar, habiendo sido víctima de violencia de género ella misma, y menos aún ejercerla sobre otra mujer) no pasó inadvertida en redes, donde causó polémica (algo que seguramente era su intención inicial).
Si bien el comentario de la señora Zapata es mezquino (sobre todo porque al principio del escándalo se sumó al coro de apoyo para con Sasha) también refleja una realidad sobre los llamados “secretos a voces” del medio artístico mexicano, donde todo mundo sabe las cosas pero las callaba.
Esto está cambiando y eso es algo muy importante: Stephanie Salas, que también fue objeto de comentarios salaces y humillaciones, salió en defensa de la exTimbiriche y señaló que ella, como todo mundo, sabía más nunca dijo nada, y ahora es el momento de visibilizarse y romper el pacto de silencio.
Finalmente, como apunta Salas, esto no es nuevo aunque cada mujer u hombre abusado que levanta su voz, como Mauricio Martinez y tantos más que están tomando las redes para contar su historia con valor, pese al status quo que (por ejemplo) representa gente como la Zapata o la Chapoy o Yordi Rosado, se visibiliza lo que aún siguen sufriendo.
Esto tiene que ser el resultado positivo que puede obtenerse de tantas tragedias que fueron acalladas por años; tal vez así puedan comenzar entonces a sanar.