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Estados Unidos podría ir camino de ser un mercado emergente – El Tiempo Latino

El riesgo político y la volatilidad aumentan a medida que las divisiones del país comienzan a profundizarse.

Solía burlarme de los colegas que, tras la elección de Donald Trump, predecían que algún día Estados Unidos se dividiría en estados independientes. Ya no me río más.

Los fallos del Tribunal Supremo de las últimas semanas han profundizado las fisuras que se vienen abriendo en Estados Unidos desde hace años. Éstas tienen su origen no sólo en la elección de Trump y la reacción progresista a la misma, sino que pueden remontarse hasta la crisis financiera de 2008.

Las decisiones políticas tomadas por Republicanos y Demócratas desde entonces (incluido el rescate de los bancos en lugar de los propietarios de viviendas, y los grandes recortes de impuestos a las empresas) han erosionado la confianza en las instituciones estadounidenses, la cual se encuentra ahora en un mínimo histórico, según Gallup.

Los fallos de los tribunales, en particular la anulación de Roe vs Wade, y las nuevas restricciones a la capacidad de las agencias federales para actuar a nivel nacional, debilitarán y dividirán aún más al país. Llevados a sus límites naturales, harían imposible que el gobierno federal garantice un único estado de derecho en todo Estados Unidos en cuestiones básicas que importan no sólo a los ciudadanos sino también a los inversionistas.

Me refiero a las regulaciones corporativas y a las normas de información, a las normas laborales y medioambientales, a las diversas protecciones que tienen los consumidores e incluso al tipo de activos que pueden negociarse o no.  Sólo hay que pensar en todo lo que regula una agencia federal como la Agencia de Protección del Medio Ambiente (EPA por sus siglas en inglés) o, quizá más importantemente, la Comisión Nacional de Valores (SEC). La legalidad y la aplicación de esas normas ahora están en fase de renegociación en todo el país, dependiendo del estado donde uno viva.

Esto se produce en un momento de mayores tiroteos masivos en todo Estados Unidos (junto con aterradoras sentencias del Tribunal Supremo que facilitan el porte de armas ocultas), inflación galopante y un telón de fondo de audiencias televisadas en el Congreso sobre el asalto del 6 de enero al Capitolio. Estas audiencias facilitan que cualquier niño en edad escolar vea que Estados Unidos es un país donde pueden producirse insurrecciones armadas y, de hecho, se producen.

Todo esto plantea una gran pregunta que actualmente se debate entre algunos inversionistas. En lo que se refiere a riesgo político y en términos de volatilidad, ¿empieza Estados Unidos a parecerse más a un mercado emergente que a una economía desarrollada?

Mark Rosenberg, fundador y codirector de la empresa de investigación GeoQuant, lleva desde enero de 2013 haciendo un seguimiento diario de diversas medidas de riesgo político en Estados Unidos y en otros muchos países.  En una reciente carta a un cliente señalaba que mientras el país celebraba el Día de la Independencia el 4 de julio, alcanzó un nuevo máximo de riesgo político. Eso se debió a que se produjeron aumentos en subindices entre los que se encuentran el riesgo de gobernanza, el riesgo social y el riesgo de seguridad.

Aunque el riesgo político de EEUU sigue siendo relativamente bajo en las comparaciones mundiales (ocupa el puesto 85 de los 127 países analizados por Rosenberg), ahora es, por mucho, el más alto de cualquier mercado desarrollado.  Sólo países como Turquía, Colombia, México e Israel se parecen en algo a Estados Unidos dentro de las naciones de la OCDE. Aún más preocupante es el hecho de que los cambios y la volatilidad de las parámetros clave, entre ellos los riesgos de inestabilidad social y gubernamental, la violencia política e incluso el riesgo para la democracia, hacen que EEUU se parezca mucho más a una nación en desarrollo que a una desarrollada, y mucho menos al supuesto líder del mundo libre.

Rosenberg llama a esto la “EMificación” de la política estadounidense, que define como “una forma menos estable de conflicto político en la cual las instituciones son demasiado débiles para definir o hacer cumplir claramente las reglas, lo cual aumenta la polarización social, así como la incertidumbre política y económica en torno a los acontecimientos políticos clave”.

“La EMificación” se intensificó bajo la administración de Trump, pero también ha aumentado bajo Biden al tiempo que empeora la pugna entre facciones políticas de Estados Unidos. “Los riesgos sociales e institucionales de EEUU son ahora más parecidos a los de un mercado emergente que a los de la democracia más antigua del mundo”, afirma Rosenberg.

Por supuesto, no todos los países emergentes están fracturados o al borde de la violencia; muchos, como China, India, Taiwán, Polonia, Grecia y Filipinas, han visto mejorar sus puntuaciones de riesgo en la última década.  Además, aunque el riesgo político ha aumentado en Estados Unidos, el tamaño y la profundidad de los mercados de capitales estadounidenses y el enorme poder de su mercado de consumo hacen que el impacto económico sea escaso o nulo.  El dólar es fuerte, y a Estados Unidos le ha ido mejor económicamente que a muchos países desarrollados en los últimos años.

Sin embargo, las economías y las monedas de reserva requieren confianza para prosperar a largo plazo. Y la confianza se construye en base a la observancia constante del Estado de Derecho.  Las recientes sentencias radicales del Tribunal Supremo, que a su vez reflejan la polarización política, han dejado claro que la ley no se aplicará de la misma manera en todas partes.  El marco jurídico vigente dependerá de quién es uno y dónde viva.

¿Qué puede pasar en un país donde un puñado de estados costeros y unos pocos estados azules del centro se rigen por marcos muy diferentes en lo que se refiere a la regulación de las empresas, las cuestiones sociales, la fiscalidad, el trabajo y el medio ambiente? Estamos a punto de descubrirlo.

La secesión solía ser algo con lo que se bromeaba en Estados Unidos: se hablaba del “Tex-it” o del movimiento independentista de los estados del oeste conocido como “Cascadia“.  El conflicto armado era algo que ocurría en otros lugares.  Ya no.  Con o sin armas, Estados Unidos está ahora en guerra consigo mismo.

Rana Foroohar

Derechos de Autor – The Financial Times Limited 2021.

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