El equipo de Estados Unidos podría ganar su cuarto oro olímpico consecutivo el próximo mes en Tokio. Pero si lo hacen, será en una historia de superación de la adversidad.
Los estadounidenses perdieron su segundo juego amistoso de manera consecutiva, el lunes, esta vez superados por Australia por 91-83, en Las Vegas. Desde la Copa del Mundo de 2019, donde terminó séptimo, el equipo de Estados Unidos ha perdido cuatro de sus últimos cinco juegos. También han perdido dos seguidos ante Australia, un equipo que se espera que compita por el oro en Japón.
Fue una mejor actuación comparada con la derrota ante Nigeria el sábado, pero sólo leer esas palabras resulta impactante considerando la jerarquía del equipo y el cuerpo técnico. Damian Lillard, quien anotó 22 puntos, y Kevin Durant, quien anotó 17, lucieron más como All-Stars, pero no pudieron realizar tiros decisivos.
Lo peor llegó cuando faltaba un minuto por jugarse y Estados Unidos perdía por cinco puntos; Jayson Tatum puso el balón en el aire en un intento de 3 puntos desde la esquina. Fue mejor que la siguiente posesión, que resultó en una pérdida de balón.
La diferencia entre las actuaciones de ambos equipos fue evidente. Una y otra vez, los australianos fueron capaces de lanzar pases a la pintura, de adentro hacia afuera, para driblar o poner a sus compañeros en enfrentamientos con ventaja. Tal vez sea un poco temprano en este proceso para la planificación de juegos difíciles, pero fue claro que Australia sintió que podía aprovechar un equipo relativamente pequeño de Estados Unidos.
Por el combinado australiano, Patty Mills, quien durante mucho tiempo ha sido una estrella para su selección, sumó 22 puntos, mientras Joe Ingles totalizó 17.