Estados Unidos al fin se ha puesto las pilas en la “guerra” mundial de los semiconductores – Xataka

Entre las muchas lecciones que ha dejado la pandemia una de las más relevantes, en el sector tecnológico, es el riesgo que acarrea una dependencia excesiva de la producción extranjera de chips. Su papel al fin y al cabo es clave en una amplia gama de dispositivos. En Estados Unidos han tomado buena nota y quieren mover ficha. Una muy grande. Y cara, sobre todo cara.

La multinacional estadounidense Micron Technology acaba de anunciar un ambicioso programa de inversión de hasta 100.000 millones de dólares para levantar la que, presume, será “la mayor instalación dedicada a la fabricación de semiconductores en la historia de los EEUU”.

Sus planes pasan por desplegar su inversión a lo largo de los próximos 20 años —empezando por una primera fase de 20.000 millones que se prolongará hasta finales de esta misma década— con un objetivo claro: montar un complejo gigante en Clay, una localidad del condado de Onondaga, al norte del estado de Nueva York, que complementará la factoría que ya ha anunciado para Idaho.

Reforzar el músculo del país

“Las instalaciones podrían incluir cuatro salas blancas de 600.000 pies cuadrados [unas 5,5 hectáreas], lo que supondría un total de 2,4 millones de pies cuadrados, el tamaño de cerca de 40 campos de fútbol estadounidense”, recalca. La multinacional calcula que la iniciativa generará casi 50.000 empleos en Nueva York y enmarca el esfuerzo inversor en su estrategia para aumentar la fabricación nacional de DRAM hasta que represente el 40% de su producción global.

El anuncio llega en un momento clave, después de que EEUU haya aprobado una ley que busca precisamente impulsar la producción estadounidense de chips con un atractivo gancho de incentivos: cerca de 52.000 millones de dólares en subvenciones y subsidios para que el país fortalezca su músculo productor de semiconductores a base de nuevas fábricas y ampliaciones.

El propio CEO de Micron ha reconocido, recoge la CNBC, que la ley ha influido.

No han sido los únicos en mostrar su intención de apostar por el sector estadounidense en los últimos meses. A principios de agosto Qualcomm anunciaba que gastará 4.200 millones más en chips semiconductores de la fábrica de GlobalFoundries en Nueva York, Intel planteaba a inicios de 2022 una inversión de calado en Ohio y Samsung lanzaba en noviembre un mensaje similar en Texas.

Estados unidos ha visto con preocupación como se volvía dependiente de la fabricación asiática de chips —fundamentales tanto para la industria, dado su peso en la fabricación de una amplia gama de dispositivos; pero también con una clara lectura estratégica— y las interrupciones en la cadena de suministros derivadas de la crisis sanitaria no sirvieron para suavizar esa sensación.

Al complejo escenario creado por la pandemia se suman ahora las tensiones políticas entre China y Taiwán, sede del gigante TSMC. En agosto el director general de la compañía ya advertía que si el conflicto se recrudece se vería forzado a paralizar sus fábricas. Han pasado dos meses desde entonces, pero la relaciones siguen siendo aún considerablemente complicadas y tirantes.

La industria de los chips se enfrenta a una crisis aún más grande: una guerra en Taiwán y la caída de TSMC

La crisis de semiconductores ha enfrentado al sector a un escenario complejo que aún hoy deja consecuencias. Como señala The New York Times, el escenario es distinto al de hace un año o dos y los bloqueos vinculados con la pandemia en China, la guerra de Ucrania y la inflación se dejan sentir en la demanda. IDC prevé para este año una caída del 13% en el envío de ordenadores personales y la propia Micron ha visto cómo caían sus ventas y beneficios durante su último trimestre.

Su nueva apuesta en EEUU, alentada por la propia estrategia del país, apunta sin embargo más allá del ciclo actual, a un horizonte que —reconoce la propia firma— se dibuja a décadas vista.

Imagen de portada | Micron